Cuando hablamos de la familia, hablamos como agente principal de socialización, la familia es el único agente en el que el niño es querido y aceptado por el mero hecho de existir .
Como hemos podido ver no todas las familias son iguales, toda educación que los niños reciben en el hogar va a influir en su personalidad.
Hay varios tipos de padres, podemos destacar los padres autoritarios, permisivos y democráticos.
Los padres autoritarios son aquellos que ejercen un gran control sobre sus hijos mediante la afirmación de poder.
La comunicación entre ellos es escasa, por varios motivos, o bien por la falta de confianza o porque no saben como llegar a hacerlo, por lo tanto no es solo un problema de los padres también es un problema de los hijos, que al estar educados bajo este tipo de modelo educativo no saben cómo dirigirse a sus padres sin verlos como una mera autoridad.
La falta de confianza puede venir dada porque son padres poco afectivos, es decir, no muestran sus sentimientos hacia ellos, ni tan solo una muestra de cariño y afectividad, al contrario, ejercen una alta presión sobre ellos para que asuman responsabilidades. Un elevado control puede suponer también una sobreprotección.
Como todo, tener este tipo de educación también fabrica unas consecuencias en el niño que marcarán su personalidad, en este caso podríamos destacar que el perfil de niños que han recibido este tipo de educación terminan siendo personas obedientes, dependientes, poco alegres, espontáneos y con la autoestima baja.
Los padres permisivos ejercen un control en sus hijos escaso o en algunos casos inexistente. La falta de control hace que los niños no tengan límites.
La comunicación con sus hijos al contrario que la que ejercen los padres autoritarios, es buena, en ocasiones podríamos decir que puede ser un tanto excesiva. El trato entre padres e hijos es un trato de iguales. Estos padres no plantean a sus hijos tareas acordes a su edad, por lo que no asumen responsabilidades.
Este tipo de padre produce que los niños en un futuro tengan problemas para las interacciones sociales, dificultad de autocontrol, baja autoestima por la falta de control, pero son más alegres que los hijos criados en un ambiente autoritario.
Estos niños pueden tener una adolescencia difícil, provocada por la falta de límites en las edades más tempranas.
Los padres democráticos son padres con un elevado control pero flexibles, es decir, escuchan y atienden a razones en cuestiones en las que sus hijos no están totalmente a favor de la actitud o normas que muestran los padres.
Es característico en las relaciones paterno-filiales de este tipo de familia que se dan explicaciones por parte de los progenitores a los niños acordes a su edad.
La comunicación es buena.
Los padres únicamente sirven de guía a sus hijos dejándoles que ellos resuelvan sus problemas, por lo que estos niños tendrán buenos niveles de autocontrol y autoestima, serán independientes y sabrán escuchar y atender a aquello que no es como a ellos les gustaría.
Por tanto, la virtud no está en tener unos padres autoritarios ni tampoco unos padres que sean permisivos, la virtud se haya en el pequeño punto intermedio en el que se unen estos dos tipos de padres, por lo que no es bueno tener un exceso de control, ser poco afectuosos y tener una comunicación nula, como tampoco lo es el que no haya control, la comunicación sea excesiva y haya un trato de iguales.
El trato de iguales como todo habrá un momento en la vida, en la que el niño sea una persona adulta y los padres le traten como lo que es, pero mientras tanto los padres tienen que ejercer de lo que son y poner normas a sus hijos.
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